Maite es una persona amable y que intentó que nos sintiéramos a gusto en su casa. No obstante, nuestra experiencia no fue tan buena como habíamos esperado, puesto que habíamos reservado una habitación con baño individual, con cajones y armarios a nuestra disposición y cuando llegamos nos ofreció una habitación con un montón de cachibaches por todas partes, guitarras incluidas, con una cama cómoda pero que consistía en un colchón sobre el suelo, unos cajones llenos de ropa y un armario ropero hasta arriba de la ropa de su hijo, que era quien habitualmente vivía en esa habitación y que esos días no estaba allí. Nuestra ropa tuvo que quedarse en la maleta porque no teníamos sitio en el que dejarla. Además, la limpieza no era precisamente exhaustiva.